jueves, 22 de diciembre de 2022

TRANSIBERIANO

 

Realizar el Transiberiano es una aventura en sí.  Recorrer miles de kilómetros en un tren, compartir un pequeño espacio muchas horas con tu familia, ver correr la vida a través de los sucios cristales de tu departamento, ver transformarse el paisaje, pasar varios husos horarios, conocer gente de diferentes países, visitar territorios lejanos, ciudades cargadas de historia…

[caption id="attachment_4473" align="aligncenter" width="529"] Tren Flecha Roja[/caption]

Los trenes en  Rusia se califican por números, cuanto más pequeño el número mejor tren es y más servicios prestan. En todos sin depender del número, te dan sábanas limpias precintadas y una toalla, en el número uno El flecha roja, que te lleva de San Petersburgo a Moscú, te dan de desayunar, zapatillas, toallita refrescante, caramelos, cepillo de dientes y pasta…en todos los trenes hay en cada vagón dos baños, en general limpios (durante el viaje los limpian), uno en cada extremo del vagón y en todos los vagones hay un samovar que te proporciona agua caliente para el té, así que llevar bolsas de té es fundamental, las tazas te las proporciona la provonidka, la encargada de tu vagón (solo en una ocasión fue un hombre) que por cierto no hablan nada de inglés. Si os interesa voy a contar mi viaje en pequeñas píldoras, para que no os aburra…

 

San Petersburgo: con los zares el Transiberiano comenzaba en esta maravillosa ciudad, los soviéticos lo iniciaron en Moscú posteriormente.

[caption id="attachment_4476" align="aligncenter" width="640"] Río Neva y canales[/caption]

Imprescindible visitar: la Iglesia de la Sangre derramada, la calle Nevski de 4 kilómetros de longitud, el edificio Singer (con una maravillosa cúpula de cristal) y pasear por las orillas de río Neva y sus canales.

[caption id="attachment_4477" align="aligncenter" width="720"] Iglesia de la Sangre Derramada[/caption]

 

[caption id="attachment_4478" align="aligncenter" width="428"] Calle Nevski[/caption] [caption id="attachment_4479" align="aligncenter" width="595"] Edificio Singer[/caption]

 

Pero sobre todo visitar el Hermitage: comprendes lo que ocurrió en Rusia, la vista  desde el interior del palacio de la Plaza del Palacio donde ocurrió el Domingo sangriento, te hace una idea del miedo que debieron sentir los zares cuando el pueblo ocupó la plaza y empezaron los acontecimientos que cambiaron Rusia para siempre.

 Plaza del Palacio

En el Hermitage puedes contemplar una vasta colección de arte: Miguel Ángel, Da Vinci, pintores clásicos españoles, italianos, franceses, lo que quieras…una maravilla. Si eres capaz de sacar las entradas a través de la página rusa, te ahorras 10 euros por persona.

 

 

 

 

Moscú:  tras 8 horas de tren, en el Flecha Roja  y un poco más de 800 kilómetros llegamos a esta impresionante ciudad.

[caption id="attachment_4472" align="aligncenter" width="960"] Río Moscova[/caption]

Ver la gente que se mueve en el metro te impacta…pero al entrar en él, la impresión es mucho mayor, tanto por la seguridad que tiene, los empleados que mueve, la  rapidez del servicio y por supuesto lo precioso que es. Los bolcheviques no quisieron que el lujo fuese solo patrimonio de la nobleza, ni tampoco el arte, ni la belleza…

 

 

El Kremlin, repleto de catedrales, desde el siglo XII controla la vida política de Rusia, es una auténtica fortaleza que contiene figuras indiscutibles de la historia de la humanidad como Stalin, Gagarin y por supuesto Lenin, momificado, su visión impacta, cambió el Mundo…Te choca un poco el centro comercial de lujo que está en un lado de la Plaza Roja, pero ves la catedral de San Basilio y comprendes la grandeza de esta plaza…su arquitecto fue cegado por Iván el terrible, para que no volviese a hacer otra maravilla igual…

 

[caption id="attachment_4470" align="aligncenter" width="640"] San Basilio[/caption] [caption id="attachment_4469" align="aligncenter" width="717"] Museo de Historia en la Plaza Roja.[/caption]

 

[caption id="attachment_4475" align="aligncenter" width="732"] Una de las catedrales del Krenlim[/caption]

Comer en uno de sus numerosos restaurantes llamados Estolovayas, es un placer, no necesitas saber el idioma, la comida está expuesta y tú eliges comida rusa tipo soviética (sencilla) de buena calidad y a un precio inmejorable...

[caption id="attachment_4465" align="aligncenter" width="960"] Tren 68[/caption]

Ekaterimburgo: una de las cosas que más me impresionó de esta parte del viaje fue compartir el paisaje que hay en el transiberiano desde Moscú hasta Ekaterimburgo con lo que vio la familia real rusa en el último viaje de su vida. Tren número 68, 28 horas de tren y casi 1800 kilómetros, primer cambio de huso horario.

La ciudad es la entrada a los Montes Urales y a Siberia…me gustó, sencilla y con mucho merchandaising alrededor del  lugar donde fueron fusilados los zares, sus hijos y sus sirvientes, ya que la casa Ipatiev fue demolida por el entonces alcalde de la ciudad Boris Yelsin, allí se construyó una iglesia, la Catedral de la Sangre Derramada. La familia real fue canonizada y en la iglesia hay un cuadro con los 7 miembros santificados. En la entrada hay varias fotos de la familia real, a sus pies una paloma enorme de flores, sembrada en el césped…

Seguimos la línea roja que hay pintada en el suelo de la acera y así pudimos ver la ciudad en poco tiempo. Fue la sede donde se fabricaba la maquinaria pesada soviética. En ella se encuentran numerosos edificios soviéticos, la sempiterna estatua de Lenin en una gran plaza y los tranvías viejos que recorren sus calles, salpicadas de bonitas estatuas de bronce...

El Río Iset recorre la ciudad…en una de sus orillas se hace un homenaje a Beatles, en los muros está escrito la letra de una de sus maravillosas canciones: …y al final el amor que recibes es igual al amor que das…

La ciudad debe su nombre a Catalina La Grande, pero siempre será asociado al final de la Dinastía Romanov.

Y seguimos, nos adentramos  en Siberia…

 


 Puente sobre el río Obi

Dejamos Ekaterimburgo y nos adentramos en la estepa siberiana hacia Novosibirsk, 1894 kilómetros, 23 horas de tren, tren 140, solo nos proporcionan sábanas y toallas, aunque te ofrecen comida por los departamentos con unos carritos. Si te apetece tomarte una cerveza, debes cerrar la puerta de tu departamento a partir de las 22 horas, pues está prohibido tomarla aunque te la venden en el vagón bar.

Hasta ahora el paisaje que veíamos a través de los cristales del tren eran hermosos y frondosos bosques de coníferas (taiga), ahora y tras pasar los Urales, nos adentramos en la tundra siberiana con vegetación baja, llanuras y lagos…también abedules.

 

Todos los trenes tanto de la línea del transiberiano como la del transmongoliano, se rigen por la hora de Moscú, esto es de gran ayuda porque la hora que pone en el billete no corresponde con la hora de la ciudad en la que estás (desde Ekaterimburgo, en nuestro caso) sino con Moscú siempre. Nuestro provonidka durante el viaje fue Valentín que nos llenó de atenciones durante todo el trayecto, comunicándose con nosotros a través del Google translator.

[caption id="attachment_4491" align="aligncenter" width="333"] Con Valentín[/caption]

Novosibirsk: su nombre significa Nueva ciudad de Siberia, aunque en un principio fue Novonikoláyevsk por ser el zar Nicolás quién impulsó el origen de esta ciudad. Se construyó para dar albergue a los constructores del puente sobre el río Obi para el transiberiano. Es la tercera ciudad más importante de Rusia. En Novosibirsk todo es grande: la estación de tren es la más grande del Transiberiano, también el edificio de la ópera y el ballet que es incluso más grande que el teatro Bolshoi de Moscú.

 

Es la única ciudad de las que he visitado en mi vida que he visto a las palomas sentadas plácidamente en la calle o a un perro con gafas…

 

 

Tiene una plaza imponente donde se ubica la Ópera, es de estilo soviético (Plaza Lenin). También aquí comenzamos a ver algunas casas de madera típicas del siglo XIX, además Novosibirsk todavía conserva los trolebuses de la época soviética…

Pero lo que nos marcó el visitar Novosibirsk fue conocer a Roberto y a su mujer Tatiana (Tania). Roberto es cubano y su mujer rusa, que solo hablaba ruso, pero era tan maravillosa que no hacía falta que hablase otro idioma. Parece que al marcharnos de Novosibirsk dejamos familia allí…inolvidable también su Hibisco con romero en forma de té y el festejo que improvisaron al enterarse que era el cumpleaños de mi hija….nunca los olvidaremos.

 

Iniciamos el camino a Irkutsk, nos separaban 32 horas de tren y más de 2500 kilómetros, viajamos en el tren número 70. En el camino hay numerosas casas de madera, algunas con márgenes de las ventanas o sus techos pintados de color azul, todo inmerso en una abundantísima vegetación con pinos siberianos y abedules, gentes en sus pequeños huertos, algunos girasoles saludaban al escaso sol que asomaba entre las nubes.

 

Las casas tienen tejados inclinados, algunas son muy pequeñas, diría que demasiado, no hay calles. Parece que según llegaban plantaban las casas. Algún ave rapaz vuela cerca del tren y se posa en algunos tendidos eléctricos. Espantapájaros vestidos con las camisas típicas de los campesinos rusos hacen su labor. Alguna ciudad de aspecto soviético con casa de hormigón altas rompe con este paisaje…

 

 

 

 

Una camarera nos vende unos bollitos rellenos de carne y cebolla calientes y están buenos…también ofrecen bebidas y algún que otro aperitivo comercial.

 

Paramos en Krasnoyack y bajamos a ver su bonita plaza…

 

Irkutsk: tras pagar 6000 rublos a un taxi pirata en un coche cochambroso, nos instalamos en esta peculiar ciudad…está regada por el río Angará y es la puerta al maravilloso lago Baikal…Su escudo es un tigre que lleva en la boca una marta, fue llamada El París de Siberia por su peculiar belleza.

 

 

Está salpicada de casas de madera del siglo XIX, algunas en penoso estado otras desaparecieron tras un incendio en 1879. Esta ciudad fue el albergue de todos los intelectuales que fueron exiliados en Siberia tras la rebelión de Diciembre contra el zar Nicolás I, un monumento a las mujeres exiliadas juntos a su maridos preside una plaza…muy cerca de la casa que simboliza a los decembristas…

 

Irkutsk es el destino final  desde Moscú de El Correo del zar, la novela de Julio Verne…Se nota la proximidad al Sudeste asiático, mayor número de habitantes de rasgos asiáticos y se conduce parecido, de forma caótica, los volantes de los coches están de forma indistinta a la derecha o a la izquierda, ya se empezaba a ver en Novosibirsk y Roberto nos explicó que son coches de segunda mano provenientes de Japón. Tener estos coches indica que tu economía no es muy boyante…

 

 

Lago Baikal, la perla de Asia: es el mayor almacén de agua dulce del mundo (31494 kilómetros cuadrados de superficie, 636 kilómetros de Norte a Sur), pero el lago Baikal es mucho más que eso…su visión es impresionante, no puedes distinguirlo del mar, unas focas especiales, las más pequeñas del mundo (miden 1,5 metros), llamadas Nerpas,  únicas en el mundo nadan en sus aguas, un pescado único primo del salmón, llamado Omul vive aquí…en algunas partes sus aguas son tan cristalinas que puedes ver el fondo…la temperatura del lago no supera los 15 grados y en Invierno se hiela completamente…

 

Llegamos al Baikal en coche tras comprar nuestro billete en un aparcamiento situado al lado del mercado de Irkutsk. El conductor era temerario en su manejo del vehículo, nadie se pone el cinturón de seguridad y nos deleitó todo el camino con una música mezcla de bacalao-discochunda-chunda horrible…

Contratamos un tour por el lago, conducido por una chica rusa que aprendió castellano en Alcalá de Henares (qué buen sitio para hacerlo!) y tras un paseo delicioso por el lago y por las vías del transiberiano aledaño al lago, terminamos tomando un té con gente de 5 nacionalidades distintas, después comimos Omul. Este pescado se alimenta sólo de algas y es exclusivo de este lago, se toma ahumado, pero debajo del ahumado está un poco crudo, a mí me gustó…hay docenas de puestos de ahumado de Omul en todo el algo...

 

 

 

Nos despedimos de Irkutsk, cenando comida típica siberiana. En esta ciudad el Transiberiano se divide en Transmongoliano que te conduce a Pekín o Transiberiano que termina en Vladivostok, la puerta de Rusia al Pacífico, nosotros elegimos el primer camino…

 


Amanecer en Mongolia desde el tren

De Irkusk a Ulan Bator, capital de Mongolia fuimos en un tren mongol; el número 6, que vino con más de 40 minutos de retraso, no era ya la puntualidad rusa. La estación estaba repleta de turistas que se dirigían sobre todo a Vladivostok, la puerta rusa al Pacífico. El trayecto fue de 30 horas y 1121  kilómetros.

El tren tenía una decoración más barroca,  con forros de terciopelo, colcha elegante e incluso cojines, los cristales del departamento por fuera estaban muy sucios. Las azafatas tenían rasgos asiáticos y eran un poco secas,  una de ellas nos trajo un te al departamento sin cargo.

 

Lo primero que bordeamos fue el lago Baikal durante dos horas y media, pasamos 200 puentes y 33 túneles, cada vez veíamos menos árboles y menos lagos, algún rebaño de cabras, ríos, vacas, un cementerio y poco a poco entramos en las llanuras de Mongolia y empezamos a ver pequeños vertederos de basura. Tras pasar Ulan Udé, llegamos a la frontera con Mongolia donde nos detuvimos  1 hora y 50 minutos. La policía rusa imponía un poco, nos hicieron bajar las cortinas  de las ventanas y subieron con perros que husmeaban en los departamentos que les parecía más sospechoso, se llevaron los pasaportes, no sin antes decirte que le mirases para comprobar la foto del documento,  después al devolverlo parecían más amables.

[caption id="attachment_4522" align="aligncenter" width="640"] Lago Baikal[/caption]

Una vez reemprendida la marcha vimos amanecer en las llanuras de Mongolia y comenzamos a ver yurtas (casas típicas de Mongolia), caballos y vacas de los mongoles nómadas…Mongolia tres veces mas grande que España y sin embargo el país con menos densidad de población del Mundo...

 

Y así llegamos a Ulan Bator, con un millón de habitantes, es una ciudad  muy contaminada con chimeneas humeantes de fábricas en plena ciudad y abarrotada de coches. Ulan Bator mezcla ciudad moderna con tradicional, algunos ancianos con una báscula en la calle ofrecían pesarte por unos céntimos…comimos olla mongola y otras delicias en un restaurante en Peace Avenue por menos de 20 euros los cuatro con bebida, tuvimos que pedir que no nos sirvieran otros platos que habíamos pedido porque las raciones eran enormes. La olla mongola es una olla humeante de caldo donde vas cociendo los ingredientes que pidas: patatas, espinacas, ternera, etc…se sirve en unas mesas con placas de vitrocerámica insertadas en la mesa e individuales.

 

Visitamos el templo budista Choijin Lama, remanso de paz entre rascacielos mongoles, uno de ellos copia del edificio de Bofill en Barcelona.

 

También visitamos el templo de Gandan Khalid del siglo XIX, posee  una estatua de  Migjid Chenrezig, un bodhisattva budista  de 26 metros y medio. La entrada te la cobra uno de los 600 monjes que lo custodian, son 4000 tugriks o sea 1,5 euros para entrar y 3000 más, si fotografías la estatua.

 

En el centro de Ulan Bator, hay una plaza bonita (Plaza de Sükhbaatar ) presidida por una estatua de Genghis Khan.

 

Contratamos un tour con una guía llamada Nianka y un conductor de nombre  Loia para visitar Jarjorín una ciudad mongola  cuyo motor económico es el Monasterio budista de Erdene Zuu.

 

[caption id="attachment_4529" align="aligncenter" width="640"] Muralla exterior del Monasterio y estupas[/caption]

Jarjorín se encuentra a 365 kilómetros de Ulan Bator, 8 horas de coche por una carretera que según los mongoles es buena porque está asfaltada, pero los baches eran terribles, junto con la peculiar conducción de Loia el viaje era particular. Nianka hablaba ruso e inglés y era nuestra guía y  cocinera durante la estancia en la yurta donde nos alojaríamos en Jarjorín. Paramos a comprar la cena, mientras, Loia nos invitó a Buuz, una torta rellena de carne.

 

 

Paramos durante el viaje a comer en fondas que nos ofrecían platos de carne a menos de 1 euro el plato, acompañado de Süütei tsai un te con leche salado. Nianka nos explicó que  la alimentación fundamental en Mongolia es a base de carne, no podía ser de otra forma habiendo 50 millones de cabezas de ganado en los prados mongoles. En mitad del camino paramos en una yurta o ger (como la llaman los mongoles) donde una familia muy modesta nos invitó a Aarts o leche de caballo fermentada que te ofrecían con ilusión, pero que no estaba hecho para nuestro gusto occidental.

 

[caption id="attachment_4530" align="aligncenter" width="960"] comida mongol, al fondo taza de Süütei tsai[/caption]

Jarjorín es una ciudad sin calles asfaltadas, solo lo está su calle principal. Esta ciudad  vive sobre todo del Monasterio de Erdene Zuu que fue construido en el siglo XVI con las ruinas de Karakhorum la capital del imperio mongol de Gengis Khan desde el siglo XIII al XV y  destruida por los chinos de la dinastía Ming en 1388. Nianka decía que Karakhorum estaría muy cerca de Jarjorín. Karakhorum continuó siendo la capital del imperio mongol hasta que desapareció en el siglo XVI. Visitamos un monumento dedicado a la historia de los mongoles situado en lo alto del valle del río Orkhon donde se rendía también homenaje al caballo que siempre ayudó al pueblo mongol. Las vistas del valle desde este lugar son espectaculares.

 

 

Erdene Zuu está rodeado por un muro con 100 estupas, la intención era llegar a 108 el número sagrado del budismo, pero no les dio... En el interior habitan monjes budistas entre templos con maravillosos y vistosos tejados. Solo quedan 3 templos de los 62 que tuvo en su época de esplendor y que sobrevivieron a las purgas de la época  de dominio soviético. Estos tres templos están dedicados a las 3 edades de Buda: infancia, adolescencia y edad adulta. En todo el recinto hay numerosas cruces esvásticas (símbolo de origen hindú) que simbolizan a Genghis Khan, el conquistador mongol del siglo XII que construyó el mayor imperio de la Humanidad desde Corea hasta el Danubio, parece ser que Hitler le admiraba…

 

 

Pasamos la noche en un albergue de 12 yurtas, con un restaurante donde cocinó Nianka para nosotros y un pabellón con una ducha y retretes, nos encendieron la estufa central de la yurta ya que hacía frío pero calentó el ger demasiado,  tanto que durante la noche tuvimos que abrir  la puerta de la yurta…

Tras llegar a Ulan Bator el día siguiente y saborear nuestras últimas horas en la capital de Mongolia, tomamos por la noche nuestro último tren del viaje: Ulan Bator-Erlian, ciudad en la frontera china. El trayecto fue de 1183 kilómetros, 13 horas de tren. En la frontera estuvimos parados una hora y media para sellarnos la salida  de Mongolia en el pasaporte con el mismo ritual de cerrar las ventanas del tren…

 

Llegamos a Erlian tras una hora y 15 minutos en la frontera china después de bajar del tren. Al no poder obtener billetes para Pekín por estar agotados, nuestra opción fue coger el tren hasta Erlian y luego contratar un coche con conductor hasta Pekín, nos separaban más de 800 kilómetros. Tuvimos suerte y con la ayuda de una viajera china que hablaba inglés conseguimos una Minivan con 9 pasajeros incluido el conductor, cinco de ellos chinos, o sea eramos los únicos occidentales. Empezamos el viaje de forma rara e insólita ya que tuvimos que empujar el coche hasta llegar a la gasolinera para llenar el depósito…

 

[caption id="attachment_4543" align="aligncenter" width="333"] Motocarro en las calles de Erlian[/caption]

Al inicio de nuestro viaje pasamos por Eren Hot, ciudad de dinosaurios, situada en el desierto del Gobi, en Mongolia interior (China) y donde se encontró el mayor fósil de dinosaurio de Asia. 48 estatuas de dinosaurios de diferentes tamaños  nos acompañaron por la carretera  hasta llegar a dos ejemplares enormes de 19 metros de altura como si se besasen y que coronaban la carretera al entrar a la ciudad.

 

 

Tras 9 horas y media de viaje por carreteras correctas con algunos tramos de autovía y de nuevo con la peculiar forma de conducir de los asiáticos, llegamos a Pekín.

 

Nuestro primer contacto con la ciudad no fue muy afortunado ya que solo teníamos unos pocos yuanes y no había sitios para cambiar dinero ni nadie nos admitía tarjeta de crédito, así que apenas pudimos cenar. Pero, rápidamente cambió nuestra idea de la ciudad, no así de sus habitantes…nadie habla inglés, ni siquiera en los hoteles que lo hacen con un nivel muy bajo. Si a la gente le enseñas lo que buscas en chino, entonces la actitud cambia…

La plaza de Tiananmen es espectacular, está blindada, no se puede acceder a ella sin escanear tu mochila, maleta, bolso…La visita a la Ciudad Prohibida (siglo XV) es interesante, dotado de numerosos edificios, el primero (Salón de la Armonía Suprema) según entras, era donde el emperador recibía, el segundo donde descansaba de vestirse para ello y el tercero donde se vestía para las ceremonias, a partir de ahí los edificios son para la vida privada del emperador, su familia, sus concubinas y el servicio…en medio de edificios preciosos y jardines magníficos…los tejados estaban coronados por pequeñas estatuas en fila, cuanto mayor número de ellas mayor condición tenía el edificio, el Salón de la Armonía Suprema tiene 10. Al otro extremo de la Plaza estaba la tumba de Mao que este año está cerrado…

[caption id="attachment_4547" align="aligncenter" width="640"] Entrada a la Ciudad Prohibida de noche.[/caption]

 

[caption id="attachment_4548" align="aligncenter" width="640"] Jardines de la Ciudad Prohibida[/caption]

 

[caption id="attachment_4567" align="aligncenter" width="640"] León de Fu (león de Buda)[/caption]

 

[caption id="attachment_4550" align="aligncenter" width="640"] Foso exterior de la Ciudad Prohibida[/caption]

Otras visitas imprescindibles son los Hutongs, especialmente el de Hutong de Qianmen y el del lago Houhai. Los Hutongs  son una muestra de lo que fue el antiguo Pekín y donde se come de maravilla, la comida es estupenda, imprescindible probar el pato laqueado y las raíces de loto. Interesante si quieres ir de compras (cualquier cosa) es visitar el Mercado de la seda...

 

[caption id="attachment_4549" align="aligncenter" width="640"] Hutong de Qianmen[/caption]

 

Me encantó la Torre de la Campana (siglo XVIII) y del Tambor (Siglo XIV), una enfrente de otra, la primera antes de la Revolución anunciaba el amanecer, la segunda el atardecer, los tambores marcaban las horas, eran los relojes oficiales de China…en 1924 entraron en vigor los relojes tradicionales y se les despojó de su estatus.

 

[caption id="attachment_4552" align="aligncenter" width="960"] Torre del Tambor[/caption]

 

[caption id="attachment_4566" align="aligncenter" width="640"] Torre de la Campana[/caption]

Me encantó comprobar como se divierte la gente en los parques, hacen gimnasia juntos, bailan juntos e improvisan karaokes en pequeños grupos, había gente que cantaba muy bien...

Nuestro último destino fue visitar la Muralla china, contratamos un conductor que nos llevó hasta Badeling una de las entradas de la muralla a una hora más o menos de Pekín (74 kilómetros). Construida a partir del siglo V A de C y hasta el siglo XVI para proteger el norte del país de las invasiones de Mongolia, parece que solo se conserva un 30% de ella  pero tuvo unos 7000 kilómetros de largo..entre tramo y tramo hay unas pequeñas torres vigías  que más de uno lo utiliza como retrete, una pena...la anchura es de unos 5 metros pero a veces se estrecha un poco más...desde aquí se divisa lo que pudo ser el esplendor del Imperio chino...es emocionante.

La visita resultó espectacular, me sorprendió la inclinación de la muralla y el coste físico que resultó la misma, pero merece la pena…a la vuelta hicimos una pequeña visita al Pekín olímpico, donde pudimos ver el Estadio en forma de nido de pájaro…

 

 

Y llegó la hora de despedirnos de este maravilloso viaje, hemos recorrido más de 9000 kilómetros en tren, casi un cuarto del planeta, traspasado 4 husos horarios distintos, convivido con tres culturas distintas, oyendo tres idiomas diferentes, conociendo gente maravillosa deseosa de contactar con occidentales, buena gente sin sensación de peligro en ningún momento. Creo que después de este viaje nos merecemos mi familia y yo llamarnos VIAJEROS de verdad…aunque el término inglés es más ilustrativo...travellers.